Griñán, el último mohicano del PSOE

El presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, en una imagen de archivo.

He escuchado hoy la tradicional entrevista que concede el presidente de la Junta de Andalucía cada día de Navidad a la cadena SER. Se ha convertido en algo inherente al paisaje andaluz el 25 de diciembre. Antes Manuel Chaves, ahora José Antonio Griñán. Las personas pasan, pero el régimen permanece. Sin embargo, el discurso sí cambia. ¿Se imagina alguien a Chaves antaño pedir auxilio al resto de compañeros del PSOE de toda España, para ganar unas elecciones en Andalucía? Sería impensable.

La deriva en la que se encuentran los socialistas, tras la debacle del 20-N, provoca esta novedosa situación en Andalucía, tierra donde Griñán es el último mohicano. Ni  el más optimista  de sus militantes pensará, después de la estrepitosa derrota frente a Rajoy, aquello de “siempre nos quedará Andalucía”. Todo ello a tenor de las encuestas.

Griñán ha apelado a la “solidaridad” para la decisiva cita que tiene contra el líder del PP, Javier Arenas, un domingo de marzo de 2012, aún por desvelar: “Toda la militancia del PSOE en España tendría que estar detrás de Andalucía”, clama el presidente del último reducto socialdemócrata. Alude también a la “solidaridad con Andalucía”, a la hora de criticar los dos manifiestos socialistas que se han conocido en los últimos días. El sucesor de Chaves dice echar de menos “un manifiesto en favor de Andalucía, porque ninguno habla de ella”. ¿Es que tienen obligación sus compañeros de sacarle las castañas del fuego en la cita electoral contra el PP?

No se moja, no se sabe si sube o baja, algo que tanto ha criticado él mismo de Rajoy, como gallego, cuando se le pregunta si está con Alfredo Pérez Rubalcaba o con Carme Chacón. Sin embargo, la número dos del Gobierno andaluz, Mar Moreno, ya se ha posicionado a favor de la ex ministra de Defensa. Eso es lo que debería preocupar a Griñán: Llegar al Congreso Federal del PSOE con la federación más importante de España dividida entre sí. De hecho, ya se pone la venda antes de la herida: “A los congresos no todos van unidos, cada uno quiere su propio espacio de poder”, advierte al entrevistador, Antonio Yélamo.

Griñán, una persona que no ha ostentado cargo alguno en ninguna agrupación del PSOE, hasta que fue nombrado ad hoc secretario general en Andalucía pretende, ahora, que aquellos con quienes no se solidarizó le arropen en marzo. ¿No se acuerda de cuando Rubalcaba le pidió que hiciera coincidir las elecciones autonómicas con las generales y él se negó, en beneficio propio?

Donde las dan las toman, pensará ahora el reciente máximo rival de Mariano Rajoy en las urnas. Por no hablar del otrora todopoderoso ex secretario de Organización del PSOE-A, Luis Pizarro. El líder del famoso clan de Alcalá de los Gazules, ahora enemigo irreconciliable del presidente de la Junta, rumiará la derrota, ajena a él, desde sus cuarteles gaditanos de invierno.

La grandeza del PSOE andaluz, llevada a gala por muchos de sus militantes durante 30 años, es que nunca ha tenido que recurrir a nadie fuera de sus márgenes territoriales para ganar unos comicios. Ahora tiene un líder que sale a pedir auxilio al resto de España el día de Navidad. Eso no lo hizo ni siquiera el andaluz reconvertido a catalán José Montilla para presidir “la Generalidad”. Las comillas son cita textual de Griñán en la SER.

Una de las pocas verdades que pudo decir el delincuente convicto ex alcalde de Marbella Jesús Gil, presidente del equipo de fútbol favorito de Griñán, fue aquello de que “el PSOE andaluz es lo más parecido al PRI mexicano”. En el contexto actual, con un Ejecutivo autonómico cercado por escándalos de corrupción, como el caso de los ERES, la frase cobra aún más vigencia.

Son muchos años bajo las mismas siglas y la alternancia en marzo, si Izquierda Unida no lo impide, será sana. El PSOE andaluz necesita una catarsis, reinventarse y regenerarse. Plantear las elecciones andaluzas como un plebiscito para que “el proyecto socialista no sea derribado en toda España” es un grave error señor Griñán. No es bueno para sus votantes hacerse la víctima de esa manera, porque como dijo el hijo de Adolfo Suárez cuando se enfrentó a Bono en Castilla-La Mancha “a la política hay que venir llorao”. Feliz Navidad.