Simulacro de primarias para huír de los ERE y de la Junta

De izqda a drcha Elena Valenciano, Mario Jiménez, Griñán y Susana Díaz en el último comité director del PSOE-A

José Antonio Griñán dice adiós. Se marcha un presidente de la Junta de Andalucía que nunca ganó en las urnas a su principal adversario, el Partido Popular del ahora desaparecido Javier Arenas. En paradero desconocido tras las revelaciones del extesorero Luis Bárcenas ante el juez Ruz.

Desde que a finales de junio Griñán anunciara que no deseaba presentarse de nuevo a los comicios autonómicos, el todavía presidente se ha movido en una vorágine de contradicciones sobre su futuro más inmediato. Primero dijo que su deseo era acabar la legislatura. Luego, tras el simulacro llevado a cabo como proceso de elecciones primarias en el seno del PSOE-A, ha optado por dejar su cargo a finales de agosto. Será sustituido por la que él designó desde el principio para sustituirle, Susana Díaz.

El PSOE andaluz tenía una gran oportunidad para dar ejemplo de democracia interna, sin injerencias del aparato y posibilitar, mediante la reducción de avales, que concurrieran más candidatos ante las urnas. El escenario idóneo para luego depositar el voto secreto. Es así como verdaderamente se ejerce la libertad de votar, no con un aval donde quien lo firma se retrata con nombres, apellidos y DNI.

Era imposible reunir en tan corto espacio de tiempo los avales necesarios para los candidatos alternativos: el consejero Luis Planas y el alcalde de Jun, José Antonio Rodríguez. Lo que se ha hecho es una demostración de fuerza del llamado ‘susanismo’, ese “nuevo tiempo” para Andalucía. Un discurso vacío de contenido que la candidata ha pregonado durante toda su campaña. La alumna ha querido romper tanto con el legado de su maestro que ha llegado a hablar del “fracaso de las políticas socialdemócratas en Europa”, cuando Griñán siempre se ha declarado “socialdemócrata convencido”.

Con su jugada maestra a toda prisa, para convocar esas primarias exprés e imponer a su ahijada política, el presidente del PSOE ha burlado a Ferraz, con el consentimiento de Rubalcaba, que ha tragado sin hacer caso a históricos socialistas andaluces como el expresidente Borbolla, Carlos Sanjuán y Manuel del Valle. Ellos denunciaron ante el Federal las irregularidades que se estaban cometiendo al convocar ahora primarias.

En noviembre próximo la Conferencia Política de dicho partido iba a aprobar un nuevo modelo de primarias en el que, al estilo de Francia, los simpatizantes también podrán votar a sus nuevos candidatos de partido. Para numerosos socialistas andaluces, ajenos a las componendas de Susana Díaz y los  suyos, todo se ha quedado en un sueño  de verano a la francesa.

Por mucho que Griñán lo niegue el caso de los ‘ERE’ falsos es el principal motivo para su marcha. Ya se cuidó él, muy mucho, de anunciar su retirada el día antes de que declarara el exinterventor general de la Junta y le incriminara, como así ha sido finalmente.

Nadie se cree lo de las “razones personales y familiares” que el también secretario general del  PSOE-A esgrimió al comienzo del mal llamado proceso de primarias. Si así fuera, ¿por qué alguien que invoca su esfera privada, como motivo para su renuncia a gobernar, no abandona también el resto de sus cargos políticos? Seguirá siendo secretario general , además del puesto que ocupa a nivel federal. ¿No son demasiadas responsabilidades para alguien que quiere dedicarle más tiempo a su vida fuera de la política?

Griñán busca seguir aforado, no sólo ante el TSJA como parlamentario andaluz que es, sino también como senador por la autonomía. Se trata de un cargo para el que será designado en breve y que le permitirá ser encausado por el Tribunal Supremo, como es previsible a tenor del rumbo de la juez Alaya.

Y mientras tanto el PP andaluz demuestra falta de unidad en su discurso, nada más conocerse que Griñán dejaría el cargo antes de septiembre. El secretario general, José Luis Sanz, calificó de “error”, por el enorme gasto económico, un posible adelanto electoral. Al día siguiente su jefe de filas, Juan Ignacio Zoido, defendía un adelanto electoral “para acabar con la situación de corrupción”. ¿Seguirá el PP-A poniéndoselo tan fácil al PSOE-A?

Y Griñán cruzó el puente… para perturbar las aguas tranquilas

El presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, con su previsible sucesora, Susana Díaz, en imagen reciente

Sirva el titular elegido para esta nueva entrada en el blog como compendio de dos frases y dos posturas enfrentadas dentro del PSOE. Por un lado, la del todavía presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, y por otro la del que se ha convertido en su mayor detractor dentro del partido, Ramón Jáuregui, tras anunciar que no se presentará a la reelección como candidato al Ejecutivo autonómico. De sobra conocido, por lo cansino y riterativo, es aquello que Griñán ha repetido hasta la saciedad cuando no creía oportuno pronunciarse sobre algo: “Cuando lleguemos al río cruzaremos el puente”.

Una vez que el sucesor de Manuel Chaves se ha decidido a cruzar el puente tras cuarenta años de vida política otro histórico del socialismo, con bastantes trienios a sus espaldas, se ha decidido a afearle la conducta, al reprocharle su decisión de convocar primarias ahora para elegir a quien será, salvo hecatombe, su sucesora plenipotenciaria: Susana Díaz.

No parece que Ramón Jaúregui haya improvisado, en lo que al líquido elemento se refiere, cuando este jueves de resaca postgriñanista ha dicho lo siguiente en la cadena SER: “El anuncio de Griñán perturba las aguas del horizonte diseñado”. Más claro no ha podido ser el diputado y coordinador de la Conferencia Política del PSOE para criticar sin ambages a su compañero de filas y de paso dar un brillante titular.

Los juegos de palabras son inevitables porque para una vez que Griñán, el último mohicano del socialismo andaluz, se ha decidido a cruzar ese río metafórico resulta que enturbia las aguas. Pero la guinda sobre los puentes y las aguas la ha puesto el número dos del PSOE andaluz, Mario Jiménez, en su afán de agradar a su mentor político: “Pepe Griñán es el puente entre el partido y el pueblo”. Osea que ahora se ha reencarnado en el puente tras cruzarlo. Es todo muy bíblico.

Al margen de esta retórica de juegos florales y  esgrima de salón en la que se mueven los aduladores del presidente andaluz y el aparato de Ferraz (en privado las puñaladas son traperas), el estropicio que ha causado con su decisión el político andaluz ha hecho saltar por los aires un plácido calendario trazado por Rubalcaba.

En el caso de Griñán resulta difícil de sostener, porque las hemerotecas son tozudas, haber defendido hace dos días los procesos de primarias “lo más cerca posible de las citas electorales” para luego contradecirse con los hechos. Es cierto que los problemas y percances familiares que pueda tener el presidente para tomar su decisión no eran previsibles y en su privacidad se quedan. Sin embargo, si además del cerco judicial sobre el caso de los ERE, se une haberle querido hacer un último favor a Carme Chacón y otros sectores críticos del partido, para dinamitar el calendario de Rubalcaba y alterar sus planes, todo parece encajar a la perfección.

Qué decir sobre la sucesión en la oposición andaluza. Una vez más, y van unas cuantas, Griñán ha cogido con el paso cambiado al PP de Zoido, que ni está ni se le espera como candidato a la Junta de Andalucía. El PSOE-A tiene como candidata in pectore a Susana Díaz, mientras el PP-A sigue deshojando la margarita. Es su particular casting interno para designar al sucesor/a de Javier Arenas en las urnas.

Tendrá que darse prisa la formación conservadora si quiere presentar batalla a tiempo a Susana Díaz, con alguien que pueda placearse en el día a día con ella y ganar popularidad entre la opinión pública. Uno de los escenarios barajados por el PP, en cuanto a esperar a otra victoria de Zoido en las municipales de 2015, para luego ser cartel autonómico en 2016 se ha hecho añicos. La concurrencia de municipales y autonómicas en 2015 es algo asumido porque favorece los intereses de quien gobernará la Junta y será candidata. Eso sin contar con un adelanto electoral aún mayor.

Griñán, el último mohicano del PSOE

El presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, en una imagen de archivo.

He escuchado hoy la tradicional entrevista que concede el presidente de la Junta de Andalucía cada día de Navidad a la cadena SER. Se ha convertido en algo inherente al paisaje andaluz el 25 de diciembre. Antes Manuel Chaves, ahora José Antonio Griñán. Las personas pasan, pero el régimen permanece. Sin embargo, el discurso sí cambia. ¿Se imagina alguien a Chaves antaño pedir auxilio al resto de compañeros del PSOE de toda España, para ganar unas elecciones en Andalucía? Sería impensable.

La deriva en la que se encuentran los socialistas, tras la debacle del 20-N, provoca esta novedosa situación en Andalucía, tierra donde Griñán es el último mohicano. Ni  el más optimista  de sus militantes pensará, después de la estrepitosa derrota frente a Rajoy, aquello de “siempre nos quedará Andalucía”. Todo ello a tenor de las encuestas.

Griñán ha apelado a la “solidaridad” para la decisiva cita que tiene contra el líder del PP, Javier Arenas, un domingo de marzo de 2012, aún por desvelar: “Toda la militancia del PSOE en España tendría que estar detrás de Andalucía”, clama el presidente del último reducto socialdemócrata. Alude también a la “solidaridad con Andalucía”, a la hora de criticar los dos manifiestos socialistas que se han conocido en los últimos días. El sucesor de Chaves dice echar de menos “un manifiesto en favor de Andalucía, porque ninguno habla de ella”. ¿Es que tienen obligación sus compañeros de sacarle las castañas del fuego en la cita electoral contra el PP?

No se moja, no se sabe si sube o baja, algo que tanto ha criticado él mismo de Rajoy, como gallego, cuando se le pregunta si está con Alfredo Pérez Rubalcaba o con Carme Chacón. Sin embargo, la número dos del Gobierno andaluz, Mar Moreno, ya se ha posicionado a favor de la ex ministra de Defensa. Eso es lo que debería preocupar a Griñán: Llegar al Congreso Federal del PSOE con la federación más importante de España dividida entre sí. De hecho, ya se pone la venda antes de la herida: “A los congresos no todos van unidos, cada uno quiere su propio espacio de poder”, advierte al entrevistador, Antonio Yélamo.

Griñán, una persona que no ha ostentado cargo alguno en ninguna agrupación del PSOE, hasta que fue nombrado ad hoc secretario general en Andalucía pretende, ahora, que aquellos con quienes no se solidarizó le arropen en marzo. ¿No se acuerda de cuando Rubalcaba le pidió que hiciera coincidir las elecciones autonómicas con las generales y él se negó, en beneficio propio?

Donde las dan las toman, pensará ahora el reciente máximo rival de Mariano Rajoy en las urnas. Por no hablar del otrora todopoderoso ex secretario de Organización del PSOE-A, Luis Pizarro. El líder del famoso clan de Alcalá de los Gazules, ahora enemigo irreconciliable del presidente de la Junta, rumiará la derrota, ajena a él, desde sus cuarteles gaditanos de invierno.

La grandeza del PSOE andaluz, llevada a gala por muchos de sus militantes durante 30 años, es que nunca ha tenido que recurrir a nadie fuera de sus márgenes territoriales para ganar unos comicios. Ahora tiene un líder que sale a pedir auxilio al resto de España el día de Navidad. Eso no lo hizo ni siquiera el andaluz reconvertido a catalán José Montilla para presidir “la Generalidad”. Las comillas son cita textual de Griñán en la SER.

Una de las pocas verdades que pudo decir el delincuente convicto ex alcalde de Marbella Jesús Gil, presidente del equipo de fútbol favorito de Griñán, fue aquello de que “el PSOE andaluz es lo más parecido al PRI mexicano”. En el contexto actual, con un Ejecutivo autonómico cercado por escándalos de corrupción, como el caso de los ERES, la frase cobra aún más vigencia.

Son muchos años bajo las mismas siglas y la alternancia en marzo, si Izquierda Unida no lo impide, será sana. El PSOE andaluz necesita una catarsis, reinventarse y regenerarse. Plantear las elecciones andaluzas como un plebiscito para que “el proyecto socialista no sea derribado en toda España” es un grave error señor Griñán. No es bueno para sus votantes hacerse la víctima de esa manera, porque como dijo el hijo de Adolfo Suárez cuando se enfrentó a Bono en Castilla-La Mancha “a la política hay que venir llorao”. Feliz Navidad.